Me parece estupendo eso de “nuestros valores no están en venta, nuestros productos sí”, variante gubernamental del “me lo quitan de las manos” de los mercadillos callejeros. Me apunto si eso no significa que el presidente Sánchez se va a poner a regalar anchoas de Santoña, como hacía Miguel Ángel Revilla antes de convertirse en mártir de la lucha republicana. Por “nuestros productos” confío que se entienda un nosotros europeo, porque no veo razón para privarme del queso parmesano o de la cerveza belga. Si hay que sacrificarse por la gran patria europea, pediremos pepitos de ternera de Ávila en vez de hamburguesas. Si hay que ir a la guerra comercial, presidente, marchemos todos juntos, y usted el primero, por la senda del autoabastecimiento. Pero antes de que se desaten del todo las hostilidades, me gustaría reclamar un espacio libre de litigios y aranceles. Por favor, no nos corten el grifo hasta hoy torrencial de la televisión de Estados Unidos: Please, Yankee TV, don’t go home!. Seguir leyendo
Por favor, no nos descolonicen la televisión. No corten ese hilo atlantista, por mucho que Trump se empeñe
Columna. Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado. Por favor, no nos descolonicen la televisión. No corten ese hilo atlantista, por mucho que Trump se empeñe. Los protagonistas de la serie estadounidense ‘Canción triste de Hill Street’, que se emitió en la NBC de 1981 a 1987.. Me parece estupendo eso de “nuestros valores no están en venta, nuestros productos sí”, variante gubernamental del “me lo quitan de las manos” de los mercadillos callejeros. Me apunto si eso no significa que el presidente Sánchez se va a poner a regalar anchoas de Santoña, como hacía Miguel Ángel Revilla antes de convertirse en mártir de la lucha republicana. Por “nuestros productos” confío que se entienda un nosotros europeo, porque no veo razón para privarme del queso parmesano o de la cerveza belga. Si hay que sacrificarse por la gran patria europea, pediremos pepitos de ternera de Ávila en vez de hamburguesas. Si hay que ir a la guerra comercial, presidente, marchemos todos juntos, y usted el primero, por la senda del autoabastecimiento. Pero antes de que se desaten del todo las hostilidades, me gustaría reclamar un espacio libre de litigios y aranceles. Por favor, no nos corten el grifo hasta hoy torrencial de la televisión de Estados Unidos: Please, Yankee TV, don’t go home!. Bien sabemos lo importante que ha sido la tele en la colonización cultural. Es tan obvio que no hacía falta que los profesores marxistas nos dieran la turra con ello. Hollywood y sus tentáculos televisivos han dominado Europa, y qué dulce dominación ha sido. Qué felices crecimos canturreando la sintonía de El equipo A o despidiendo a los amigos con un “tengan cuidado ahí fuera”, como en Canción triste de Hill Street. Los niños de mi generación no conciben su infancia sin los lagartos de V, y todo eso mucho antes de que los pedantes nos dieran permiso para ver la tele a partir de Los Soprano y la bobería aquella de la edad de oro de las series.. Estoy seguro de que en Corea del Sur hacen una tele brillantísima. Me consta que Letonia ha aprovechado los fondos de la covid para levantar una industria audiovisual muy cuca que gana Oscars. No cuestiono la creatividad barroca de los realizadores italianos y seguro que el Nollywood de Nigeria esconde cosas apasionantes, pero yo reivindico mi derecho a seguir siendo un espectador alienado y colonizado. Quiero seguir paseando por Nueva York y por pueblos turbios del Medio Oeste. Quiero ver persecuciones policiales por Los Ángeles y Miami, y mafiosos en Las Vegas, y médicos en Seattle. No estoy preparado para que unos aranceles dementes me arranquen del territorio que tanta felicidad me ha dado. Por favor, no nos descolonicen la tele. No corten ese hilo atlantista, por mucho que Trump se empeñe.. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo. ¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?. Añadir usuarioContinuar leyendo aquí. Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.. ¿Por qué estás viendo esto?. Flecha. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.. Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.. ¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.. En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.. Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.. Sobre la firma. Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).. Normas ›. Mis comentariosNormas. Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos. Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus.. Más información. Archivado En. Televisión. Sergio del Molino. Series americanas. Estados Unidos. Donald Trump. Aranceles. Si está interesado en licenciar este contenido, pinche aquí. _. Últimas noticias. 09:4009:3106:5906:55. Lo más visto
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