Famosa por bailar descalza y por su original interpretación de la rumba, en los 90 dejó los escenarios y se centró en su otra faceta artística, la de pintora, que llevaba años compaginando con el baile. Leer
Famosa por bailar descalza y por su original interpretación de la rumba, en los 90 dejó los escenarios y se centró en su otra faceta artística, la de pintora, que llevaba años compaginando con el baile. Leer
El mundo del baile ha dicho adiós a La Chunga, la artista que provocó la admiración de todos desde temprana edad y que se conectó con el arte explorando la conexión entre la intuición y el movimiento.. El remoquete se lo pusieron en el seno familiar porque era «mu pequeñita y mu fea», según confesaba, pero su nombre de pila era Micaela Flores Amaya y había nacido en Marsella el año 1937. Prima hermana de Carmen Amaya, sus padres eran españoles que emigraron a la ciudad gala, pero al año siguiente se trasladaron a Barcelona y se instalaron en una barraca en la ladera del Montjuich.. Desde temprana edad comenzó a bailar en las fiestas y en la puerta de los bares, hasta que la sacaron de las barracas y, como recordaba, la trasladaron a una casa, «me ducharon, me peinaron con una cola de caballo y me pusieron una falda y una blusa. Y me pusieron un collar de oro. Porque claro, en mi casa no había ducha ni nada de eso y yo olía, ¡como es natural!».. Eran las vivencias de quien perfumaba aquellos tiempos tan duros desde la memoria. Y así forjó su bisoñez hasta que conoció al pintor Francisco Rebés, y le cambió la vida. «Gracias a él estoy en el mundo. Yo se lo debo todo», manifestaba La Chunga, que siempre reconoció cómo no sólo la sacó de la precariedad, sino que la tuvo como modelo y la introdujo en los circuitos intelectuales y artísticos catalanes, por lo que conoció a Picasso, Dalí, Miró o Rafael Alberti, entre otros.. Fue en el estudio de Rebés donde despertó su apego a los pinceles. Pero el baile seguía siendo su pasión, sobre todo en el restaurante Los Caracoles, en Barcelona, donde la vio Pastora Imperio y la ajustó para el tablao La Pañoleta, en Palamós, para luego incluirla en el cuadro que se presentó en El Corral de la Morería, tablao madrileño donde el dueño, Manuel del Rey la impulsó al punto que mereció tantos elogios de Ava Gardner que la contratarían para Hollywood, a más de participar en el programa de televisión el Show de Ed Sullivan, de máxima audiencia.. Y de allí a Méjico, donde cosechó tal éxito que la encumbraron como una de las artistas más populares en la decenio 1965 y 1975. Pero sin perder el hilo de tan fructífera trayectoria, La Chunga regresa a España y trabaja en el Teatro Liceo, de Barcelona, a más de ser reclamada por las capitales europeas y vuelta al nuevo continente, donde conoce el clamor de los públicos más diversos, desde Estados Unidos a Chile, pasando por Méjico, Cuba, Venezuela y Argentina, sin olvidar su participación en filmes y documentales de baile, alternando con giras que la llevan a los escenarios más insólitos de los cinco continentes.. Tras rodar en 1961 ‘El último verano’, de Juan Bosch, protagoniza con su baile las mejores salas de fiestas del país y crea su propia compañía con la que recorre España, además de acudir a grandes acontecimientos culturales como el festival de la UNESCO, en Bruselas (1965), o la Universidad de París (1968), para volver de nuevo al cine con Antonio en ‘Ley de raza’, de José Luis Gonzalvo, y presentarse en la inauguración el año 1971 del Tablao El Cordobés, en la rambla barcelonesa, justo el año en que se retiró de los escenarios por largas temporada.. Habría que esperar a 1977 para su regreso a la escena, siendo el tablao madrileño El Café de Chinitas el lugar de su presentación. Empero, participa en el espectáculo ‘Con casta’, de Lola Flores, así como en la película ‘Nosferatu en Venecia’, de Mario Caiano, que fue rodada en 1986, film que fue como una previa de su retirada en el decenio de los noventa del pasado siglo.. Nos despedimos, pues, de una artista de densa trayectoria y grandes reconocimientos, aportando a la cultura dancística un modo muy peculiar de abordarla, ya que la forma de. «hablar» con sus pies descalzos la hizo ser el atractivo de una afición que veía en La Chunga lo distinto, el compendio de lo que había vivido, sin técnicas académicas, pero con un temperamento tan intuitivo como seductor.
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