Los crecientes problemas de salud mental en la población occidental no solo suponen un problema social, sino también un desafío económico en unos sistemas sanitarios cada vez más demandados. Martin Knapp (Eastbourne, Reino Unido, 71 años), catedrático en Política Sanitaria y Social de la London School of Economics, ha hablado esta semana del tema en las Jornadas de la Asociación de Economía de la Salud en el Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid, donde se celebra esta entrevista.. Seguir leyendo
El catedrático pone el ejemplo del Reino Unido, que implantó clínicas accesibles en pocas semanas sin pasar antes por Atención Primaria
Los crecientes problemas de salud mental en la población occidental no solo suponen un problema social, sino también un desafío económico en unos sistemas sanitarios cada vez más demandados. Martin Knapp (Eastbourne, Reino Unido, 71 años), catedrático en Política Sanitaria y Social de la London School of Economics, ha hablado esta semana del tema en las Jornadas de la Asociación de Economía de la Salud en el Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid, donde se celebra esta entrevista.. Pregunta. ¿Cómo pueden afrontarse los gastos crecientes en salud mental en los sistemas públicos?. Respuesta. En Inglaterra, si tenías algún problema, acudías a tu médico de Atención Primaria, que te evaluaba y te derivaba a un especialista, un proceso que podía llevar muchos meses. Hace 15 años implementamos una nueva política, un nuevo servicio que permitía ir a una clínica y decir: “Creo que tengo problemas de salud mental”, realizar una evaluación y, por lo general, recibir tratamiento en dos o tres semanas. Al principio solo ofrecían una terapia muy estándar: la cognitivo-conductual; el personal solo estaba capacitado para ella, pero marcó una gran diferencia al poner a las personas en contacto inmediato con los servicios. Y creo que eso ha sido transformador para reducir el terrible angustia que tenían las personas. La evidencia de la evaluación dice que sí, que funciona. Expandirlo no es tan costoso, pero requiere el compromiso del gobierno para invertir.. P. ¿Es costo-efectivo?. R. Sin duda, pero también necesitó un pequeño empujón para superar el umbral político.. P. ¿Son necesarias grandes inversiones para hacer frente al problema de salud mental?. R. Primero habría que explorar maneras económicas de ofrecer servicios. La atención que hacemos en Reino Unido lo es porque no emplea psicólogos clínicos con tres años de formación, sino a graduados en psicología con seis meses de formación. Y solo ofrecen un tipo de terapia a personas con un rango limitado de problemas. Lo que la gente como yo tiene que hacer es demostrar que, si se hace eso, se ahorrará dinero en el futuro, y luego convencer al gobierno de que invierta dinero ahora porque será beneficioso para el gobierno en el futuro.. P. ¿Cómo se hace eso?. R. En el Reino Unido, cuando se propuso por primera vez, hubo mucha oposición, primero por parte de los psiquiatras, que decían que estaban socavando su papel. También por parte de los psicólogos clínicos, que lo veían como una psicología barata y de mala calidad. En cierto modo tenían razón, porque estos terapeutas no podían ofrecer todos los servicios, o las habilidades para adaptar la terapia a las circunstancias. Pero funcionó. Requirió una gran inversión inicial, pero si se invierte dinero y se trata a estas personas con éxito, la mayor recompensa no es el ahorro en el servicio de salud, que es importante, sino que la gente vuelve a trabajar y deja de recibir prestaciones de la seguridad social. Así que lo que hicimos fue ir al Ministerio de Trabajo y Pensiones y preguntar: “¿Por qué no le dan al Ministerio de Salud fondos para desarrollar este servicio?”. Es una forma de hablar. Pero lo apoyaron y dijeron: “Sí, tenemos que hacerlo porque la mayor recompensa será que la gente deje de recibir prestaciones de la seguridad social y pague impuestos, y eso se amortizará solo”.. Knapp ha participado esta semana en las Jornadas de la Asociación de Economía de la Salud.SAMUEL SÁNCHEZ. P. En España, tenemos una comisionada de salud mental que hace hincapié en los problemas sociales que pueden estar detrás de estos problemas. ¿Ha estudiado soluciones por esta vía?. R. Un ejemplo sería el acoso escolar. Hay un programa escolar muy bueno desarrollado en los países escandinavos en el que se explica a los niños qué es el acoso; que si te comportas de determinada manera, probablemente molestará a la persona con la que hablas. Incluye apoyo para los niños que se sienten acosados y también se centran en los que acosan. Es un programa muy sencillo, muy eficaz y muy costo-efectivo. Sabemos que los niños que sufren acoso persistente se convierten en adultos con problemas de salud mental. Este es un ejemplo de una intervención social que sin duda puede funcionar.. P. Existe una gran brecha en la salud mental en función de la posición socioeconómica, ¿cómo se puede solventar?. R. Hay muchos factores. Uno de ellos es que, a menudo, en algunas comunidades las personas no conocen bien los servicios disponibles, su nivel de conocimiento, lo que llamamos alfabetización en salud, suele ser menor. Lo que experimentan puede que lo consideren normal y algo incurable. Por otro lado, en las localidades donde viven, los servicios no suelen estar fácilmente disponibles. En tercer lugar, creo que, especialmente en relación con las enfermedades mentales, las personas suelen desconfiar de los servicios. Con las enfermedades mentales es necesario tener cierto grado de confianza porque el paciente se está poniendo en esta situación de vulnerabilidad emocional con un terapeuta. En ciertas comunidades, sobre todo si tienen dificultades económicas, son migrantes o pertenecen a minorías étnicas culturalmente diferentes, existe esa barrera de acceso que hay que derribar.. P. En España tenemos un gran consumo de benzodiazepinas, mucho más alta que en su país. ¿Existe alguna manera eficaz de reducirlo?. R. Bueno, creo que para problemas como la depresión y la ansiedad, la recomendación inicial no sería medicación, sino algún tipo de terapia. Ahora se puede acceder con bastante rapidez a ella, una terapia de ocho semanas, un tratamiento bastante corto. A muchas personas no les funciona y para ellas tendría que intervenir el médico de Atención Primaria y podría ser necesario el uso de medicamentos.. P. Otro gran problema que ha estudiado es la repercusión del envejecimiento y la demencia en la financiación de los sistemas sanitarios.. R. La demencia es un desafío enorme. Estamos investigando su prevención y parece que hay medidas que se pueden tomar para reducir el riesgo de padecerla casi a la mitad. Hay cosas que se pueden incorporar al estilo de vida que se consideran factores de riesgo. Pero el reto es conseguir que la gente las implemente ahora. Es demasiado tarde para mí, pero no para personas más jóvenes. Hacerlo ahora puede prevenir esos problemas más adelante.. P. Supongo que se refiere a hacer deporte, llevar vida sana, mantener relaciones sociales…. R. Sí, son cosas que deberías estar haciendo de todas formas. Otro factor de riesgo importante para la demencia es la pérdida auditiva. La solución es muy sencilla: usar un audífono. Gran parte de las campañas actuales sobre la pérdida auditiva afirman que, si no se hace, esto tendrá un impacto en la demencia futura. Y creo que eso está teniendo mucha influencia, que la gente le esté prestando atención.
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