Frecuentemente, fantaseamos con los electrodomésticos. Sí, sí, no sé si somos conscientes de la cantidad de veces que imaginamos meternos dentro de la nevera o del congelador, ¿quién no ha amenazado alguna vez a algún niño después de un rato de juegos al aire libre con meterle en la lavadora? Pero, sin duda, ahora mismo, con estas temperaturas, el frigorífico es el rey de nuestros deseos, cuántos querrían uno para entrar a vivir.. Seguir leyendo
Una solución insospechada para refugiarse de las altas temperaturas
Frecuentemente, fantaseamos con los electrodomésticos. Sí, sí, no sé si somos conscientes de la cantidad de veces que imaginamos meternos dentro de la nevera o del congelador, ¿quién no ha amenazado alguna vez a algún niño después de un rato de juegos al aire libre con meterle en la lavadora? Pero, sin duda, ahora mismo, con estas temperaturas, el frigorífico es el rey de nuestros deseos, cuántos querrían uno para entrar a vivir.. El aire acondicionado cumple esta función, alabado sea. Es nuestra salvación, pero claro, no es un bien del que pueda disfrutar todo el mundo, y mucho menos quienes no tienen un techo donde refugiarse y viven en la calle. Ese asfalto que, siguiendo con los electrodomésticos, podría ser un horno, una tostadora, una freidora… no sigo, que hablo de viviendas, no de la planta de menaje del hogar de El Corte Inglés; por cierto, ¿quién no lo ha utilizado alguna vez como refugio climático? Ese y otros centros comerciales.. Como ya es habitual que cada verano sea más caliente de lo habitual, hay instituciones que acomodan espacios para que nos protejamos del calor. El Círculo de Bellas Artes inaugura este jueves su refugio climático. Tras el éxito del año pasado, vuelve a habilitar su salón de baile para frenar, para reivindicar el derecho al descanso, a la pereza, con un siestódromo y una guardería para plantas. Pocas cosas más veraniegas que una buena siesta y regar las macetas de la casa de tus padres que se han ido de vacaciones. También CentroCentro y Matadero han pensado en ser oasis, el oasis que es la casa de uno cuando se está a gusto, así Matadero ha bautizado a su refugio Un cuarto para estar en la ciudad. Qué necesarios son los cuartos propios y los cuartos comunes.. La Puerta del Sol, con los toldos que el Ayuntamiento de Madrid ha instalado para dar sombra.Eduardo Parra (Europa Press). ¿Y qué pasa cuando estás fuera del sistema? Cuando no eres bien recibido en ningún lugar, cuando eres expulsado de todos y con estas temperaturas también la calle te expulsa porque no hay quien pare en ningún sitio. Ni en los toldos de Sol, que refrigeración refrigeración no aportan, ni siquiera sombra sombra. Las plazas con arbolado son cada vez más difíciles de encontrar, aunque, haberlas haylas. Y lo de los parques cerrados por razones meteorológicas, ya cansa. ¿Es por razones meteorológicas o porque no hay personal suficiente para mantener en perfectas condiciones los árboles y que estos no sean un peligro para los ciudadanos? ¿Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo?. Ante la falta de recursos, se desarrolla el ingenio, y en esto, supongo, que las personas sin hogar tienen varios másteres y doctorados. ¿A alguien se le había ocurrido que las lavadoras podrían ser un refugio climático? Y no pienso en lavados en frío, me refiero a las lavanderías que plagan la ciudad. Pues a él, sí. El primer día que lo vi, me fijé en el carrito de supermercado lleno de cachivaches aparcado en la puerta de una de ellas, miré alrededor y a través de los cristales, vi al que podía ser su dueño, o eso imaginé. Estaba dentro, un lugar refrigerado, gratuito y en el que nadie controla la entrada. Tenía la mirada perdida y con una mano giraba lo que me pareció un kombolói (rosario griego). Estaba solo, y no funcionaba ninguna lavadora ni secadora. A los pocos días, se repitió la escena: carrito en el mismo sitio, lleno de bolsas de plástico, llenas de cosa, de una salía el tacón de una bota de mujer. Él, dentro, colocaba en un banquito varios collares, pendientes desparejados, móviles de principio de siglo, alguno, incluso, del siglo pasado. Esta vez me fijé más, tampoco giraba ninguna lavadora ni secadora. Crucé la acera para no incomodar, me estaba metiendo en su vida y concluí: es su refugio climático. Es gratis, nadie le juzga, nadie le pide nada, hay una temperatura apta para la vida humana; la exterior, si hacemos caso de la marquesina del autobús, era de 46 grados, pero ya sabemos que mienten, en esto más que en los minutos que quedan para que pase el 34 o el 35 o el 119.. Ha habido un tercer día, la situación se repetía, quizá a alguien le parezca que mi conclusión es equivocada, pero me parece un lugar ideal, de una lógica aplastante, la suya. Tan aplastante como el calor que solo va a ir en aumento. Disfrutemos del verano más fresco de lo que nos queda de vida.
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