El director francés presenta ‘Cuando cae el otoño’ y reivindica el valor de los rostros sin cirugías y la fuerza expresiva de las actrices por encima de los 50 Leer
El director francés presenta ‘Cuando cae el otoño’ y reivindica el valor de los rostros sin cirugías y la fuerza expresiva de las actrices por encima de los 50 Leer
Sigue vivo (damos fe), pero por poco. Cuenta François Ozon (París, 1967) que de niño su tía («la adorable hermana de mi padre», precisa ) organizó una comida familiar campestre que a punto estuvo de acabar en tragedia. «Preparó un banquete de setas recogidas por ella esa misma mañana. Todo parecía idílico hasta que se descubrió que había cocinado setas venenosas. Todos acabamos en el hospital, salvo ella que, por alguna razón que no recuerdo, no las había probado. Como yo siempre he sido muy fantasioso, y más de crío, me dio por pensar que todo podría haber sido planeado adrede. Al fin y al cabo, todas las familias esconden viejas rencillas, secretos, viejos pleitos por resolver… No en balde, este tipo de conflictos ocupa buena parte de mi cine», dice, calla un momento y suelta una carcajada. ¿Verdad o mentira? Qué más da.. Cuando cae el otoño, la última película del más prolífico de los cineastas vivos (23 largometrajes en 25 años), arranca precisamente con una comida de hongos lo suficientemente sospechosa para ser a la vez intriga, comedia, drama y, por supuesto, todo lo contrario. Verdad y mentira a la vez. Se cuenta la historia de una mujer mayor (Hélène Vincent) tranquila, alegre y activa en su jubilación. Solo hay un problema: su hija (Ludivine Sagnier), pese al cariño del nieto por la abuela, la desprecia. A su lado, una amiga (Josiane Balasko) disfruta del mismo retiro. Pero con otro problema: su hijo (enérgico Pierre Lottin) entra y sale de la cárcel con una frecuencia nunca deseable. ¿Y si el hijo de la segunda asesinara a la hija de la primera? A veces, los deseos pueden realizarse y cobrar vida como accidentes del destino. O quizá no. Tal vez al destino hay que empujarle con las setas venenosas de antes. Y un dato más para hacer más atractiva y compleja la ecuación: las dos mujeres antes fueron putas. Aunque esto último es irrelevante. O no.. «No diré que la primera motivación para hacer la película fuera trabajar con Hélène y Josiane, pero algo de ello hay. Es terrible el olvido que las mujeres mayores sufren en el cine. Es muy raro que se cuente con ellas y, cuando eso ocurre, es siempre en papeles secundarios… Me fascinan los rostros envejecidos por el tiempo y que no han recurrido nunca a la cirugía. Gracias a dios cada vez se da menos, pero esas caras de cera de algunas actrices no transmiten nada. Por eso prefiero a las intérpretes con toda su vitalidad intacta. Puedo entender los resultados de esa enorme presión social ejercida sobre las mujeres. Pero mis historias necesitan rostros que por sí solos expresen emociones», dice el director y concluye a modo casi de rectificación de lo apenas dicho: «Si, soy consciente de que todo se ha relajado bastante, pero aún recuerdo cuando rodé Bajo la arena en el 2000. Tuve que pelearme literalmente con los productores para que me dejaran trabajar con Charlotte Rampling. No la querían porque, decían, tenía más de 50 años. Ese argumento a su juicio la descartaba como protagonista. Increíble».. Al hilo de lo apenas dicho, Ozon reivindica un cine, su cine, esencialmente femenino. Mujeres son buena parte de sus protagonistas y alrededor de ellas, que no ellos, giran en gran medida los argumentos y hasta los sentimientos. «No me atrevería a decir que eso, que es cierto, responda a un plan o una estrategia. Todo es más sencillo. Al contrario de lo que es común en la sociedad y en la historia del cine incluso, a mí nunca me ha costado entender que las mujeres son al menos tan complejas e interesantes como los hombres. Pueden ser tan turbias y amorales como ellos. O más. Esto que parece tan obvio hay aún hoy gente que lo discute. Y luego hay una cuestión práctica. En general, cuesta más trabajar con actores que con actrices, porque ellos suelen anteponer su ego y son reacios a aceptar sugerencias del director. En cambio, siempre en general, ellas suelen anteponer el bien de la película a su lucimiento personal».. – ¿Sigue albergando dudas sobre su tía?. – Bueno, nadie murió. Prefiero pensar bien.
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