Ubicado en un colosal edificio de 45.000 metros cuadrados en el Bosque de Chapultepec, es uno de los mayores recintos museísticos de América Leer
Ubicado en un colosal edificio de 45.000 metros cuadrados en el Bosque de Chapultepec, es uno de los mayores recintos museísticos de América Leer
No hay muchos museos en el mundo que tengan tantas capas de significado como el Nacional de Antropología de México, la institución que ayer recibió el Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Santuario de la patria, templo secular, representación de sueños de grandeza de un sistema, caja de resonancia de mil peleas identitarias e intelectuales… Todo eso ha sido el Museo Nacional de Arqueología en su historia de 200 años. El fallo del jurado que ayer se dio a conocer en Oviedo se refirió a «la labor de defensa y generalización de los derechos humanos, del fomento y protección de la paz, de la libertad, de la solidaridad, del patrimonio mundial y, en general, del progreso de la humanidad».. La historia del museo es casi más antigua que la de la República de los Estados Unidos Mexicanos porque el Supremo Congreso Mexicano que dirigió la Guerra de Independencia ordenó en sus primeras sesiones la creación de un Museo Nacional que fijara la historia y la identidad de la nueva patria.Su base fue el Gabinete de Historia Natural de México, una institución ilustrada del México virreinal, que apareció ampliada en 1825, el año en el que el museo abrió sus puertas. En 1910, fue refundado como Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, segregado del Museo Nacional de Historia que ocupa el Castillo de Chapultepec. En 1940 recibió el nombre de Museo Nacional de Antropología. Y en los años 50 y 60 dio el gran salto que lo convirtió en la institución más importante de la que entonces era la ciudad más grande del mundo. Sus 15.000 metros cuadrados de exposición divididos en 22 salas cuentan con tesoros como la Piedra del Sol, un calendario azteca de basalto de olivino con inscripciones alusivas a la cosmogonía mexica y los cultos solares.. Para entender el prestigio del Museo Nacional de Antropología de México hay que explicar ese momento histórico, coincidente con el sexenio del presidente Adolfo López Mateos.Fueron los años de esplendor del sistema semiautoritario del PartidoRevolucionario Institucional.La economía creció con tasasa de hasta un 10% anual y el Estado hizo grandes inversiones en infraestructuras y cultura. Pedro Ramírez Vázquez, el arquitecto preferido de ese México oficial y optimista, recibió el encargo de construir una nueva sede para el museo en el bosque de Chapultepec (el mayor parque urbano de la Ciudad de México). Ramírez Vázquz fue el autor de los grandes proyectos públicos de aquella época: el Estadio Azteca, el Palacio Legislativo, la Torre de Tlatelolco y la Plaza de las Tres Culturas… El Museo Nacional de Antropología es, probablemente, la expresión más atractiva de ese momento: un pabellón longitudinal en el que el hormigón funciona por oposición con el bosque y con los ornamentos prehispánicos que se cuelan en sus fachadas.. El edificio ha sido un orgullo de la República: ha acogido actos políticos y patrióticos y homenajes a atletas exitosos y ha mostrado piezas que han terminado en el escudo nacional.Es también el museo más concurrido de la Ciudad de México (más de dos millones de visitantes anuales) y el lugar en el que México, el país, ha intentado fijar una imagen de su historia y de su identidad.. No siempre ha sido una tarea sencilla. Cuando el optimismo del sexenio de López Mateos se acabó y cuando la policía mexicana reprimió a tiros unos disturbios en vísperas de los Juegos Olímpicos de 1968, elMuseo Nacional de Antropología empezó a ser criticado como una imagen fija megalómana de la historia de México.Octavio Paz escribió en 1970 un ensayo en el que lamentaba que el Museo celebrara una historia basada en la violencia y la sumisión, desde la época de la hegemonía de los mexicas hasta la semidictadura del PRI. Al Museo se le ha reprochado muchas veces un pecado de centralismo.Su relato del México prehispánico ha sido el de un conjunto monolítico del que destacaban las glorias históricas más que los conflictos y que ignoraba la realidad de los pueblos originarios contemporáneos.. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador se propuso poner al día el museo, convertirlo en una imagen más crítica de México. 200 años después de su fundación, el Premio Princesa de Asturias avala su transformación.
Cultura // elmundo