Vuelve a la dirección con un thriller sobre las heridas de la Guerra Civil y pide mente abierta: «Nos podemos entender mucho mejor los unos a los otros» Leer
Vuelve a la dirección con un thriller sobre las heridas de la Guerra Civil y pide mente abierta: «Nos podemos entender mucho mejor los unos a los otros» Leer
Carlos Iglesias (Madrid, 1955) ha hecho una película sobre la Guerra Civil o, mejor, sobre sus secuelas. En ‘La bala’ [en cines, el 21 de noviembre], un sacerdote quiere recuperar los restos de su tía, fallecida con la División Azul, y descubre mucho más de su familia… y de España. «Sé que me van a caer palos porque, por desgracia, cualquier época es conflictiva para hablar de los muertos y las heridas sin cerrar de la Guerra Civil en este país, pero me gustaría que se entendiera como una película conciliadora y no confrontacional», explica el director y actor.. ¿Te explicas que el derecho de las familias a encontrar a sus muertos pueda ser motivo de conflicto?. No. En Alemania no ha habido mes en que no saliera un nuevo documental alemán sobre la Segunda Guerra Mundial y los crímenes que habían cometido con los judíos en los campos de concentración. Me llama mucho la atención que esa revisión de nuestra historia no la hayamos afrontado con naturalidad en España, donde la barbarie tampoco fue tan grave en cuanto a número de vidas como la de ellos. ¿Cómo no hemos curado esa herida para poder avanzar? Yo hago este tipo de cine porque me interesa esa historia tan reciente de nuestra España y creo que, hablando en términos dramáticos, tiene mucha enjundia, pero también lo hago porque veo que las generaciones más jóvenes, las de nuestros hijos, desconocen mucho de nuestro pasado.. Entre ciertos jóvenes está de moda reivindicar el franquismo.. Lo he visto y me preocupa porque quiere decir que no han entendido nada. No lo han entendido o no se les ha enseñado, porque en esa especie de pacto de silencio de la Transición se decidió no contárselo y ahora se demuestra que eso es un error. Esta película es mi aportación, un granito de arena, para contarles lo que pasó, que es necesario que se sepa y se afronte. Es lo mismo que lo hice con ‘Un franco, 14 pesetas’ cuando este país tenía una conciencia de nuevo rico y le molestaba recordar de dónde veníamos. Mucha gente me decía que para qué tenía que recordar cuando éramos emigrantes y pobres ahora que ya no lo éramos.. Tú fuiste emigrante, creciste en Suiza.. Claro, viví allí hasta los 13 años. De 1960 a 1974 emigraron cuatro millones de españoles, que se dice pronto, 780.000 de ellos a Suiza. Son muchísimos españoles y prácticamente no hay familia que no tenga emigrantes, con lo cual parece mentira esta reacción actual contra la inmigración por buena parte de la sociedad. Deberíamos tener una conciencia mucho más abierta y mucho más amplia sobre este tema. Cuando escribí ‘Un franco, 14 pesetas’ me sorprendía mucho que no éramos capaces de saludar por la mañana a los sudamericanos que limpiaban el culo de nuestras madres o nos arreglaban nuestros tejados, ni siquiera hablando el mismo idioma, que era una ventaja que nunca tuvieron los suizos con nosotros.. ¿Sentiste esos mismos prejuicios allí?. Suiza nos necesitaba y lo sabía, pero marcaba una distancia, no éramos de ellos. Al inmigrante no se le quiere nunca. No se le quiere porque ocupa los colegios o los hospitales, sitios que consideramos que son nuestros y nos molesta compartir. Eso nos pasaba a nosotros en Suiza y pasa aquí ahora. Sabemos que son absolutamente indispensables para nuestra economía, pero ni siquiera teniendo eso en cuenta se habla bien de ellos. Se les criminaliza como si todos fueran delincuentes que es una cosa que me llama mucho la atención porque eso supone considerar que todos los españoles que salimos fuera también lo éramos para quienes nos acogieron. Es muy triste.. ¿Es verdad o mentira que el cine español hace demasiadas películas sobre la Guerra Civil?. Se hacen las que se tienen que hacer. Sé que me lo van a decir, pero es como decirles a los americanos que no hagan películas sobre la guerra de Independencia o la Segunda Guerra Mundial. Todos los países que han tenido un conflicto de esta categoría lo utilizan en su cine. Hasta los nórdicos han hecho 100.000 películas sobre cómo huían sus reyes por la nieve de los alemanes. Los que han vivido una guerra lo han hecho con una intensidad que no tiene nada que ver con la vida común de tiempos de paz. ¿Qué es lo que busca el cine? Comprimir la vida en dos horas a través de algo que sea muy sugerente para el espectador. Y eso te lo dan los conflictos bélicos, no cabe duda.. ¿Qué has descubierto con ‘La bala’?. Que, en contra de eso de las dos Españas y los dos bandos muy marcados, en la guerra y la postguerra la mezcla de ideologías era absoluta. Hay muchísimas familias de derechas que, en cuanto escarbas un poco en su historia, tienen raíces republicanas, pero una vez establecidos como ganadores decidieron esconderlas. Incluso hoy les da cierto pudor y cierta vergüenza, pero ese pasado rojo está ahí. Casi ningún español tiene un árbol genealógico puro de un bando.. ¿Esos bandos existen?. Sí, pero a mí me gustaría que no los hubiera. Obviamente, la ideología del autor está patente en la película. Soy de izquierdas y ni puedo ni quiero evitarlo, pero siempre que escribo personajes intento ponerme en la piel de ellos, entenderles y tampoco es tan difícil. Tengo cantidad de amigos de derechas que han visto la película y han llorado, se han conmovido y me han felicitado. Creo, y era mi intención, que ‘La bala’ se puede ver sin que haga daño a nadie e incluso crear un poco de conciencia y sensibilidad sobre el tema. Ahora no vamos a buscar a los culpables, lo único que queremos es desenterrar esos cuerpos, sacarlos a la luz y enterrarlos como es debido.. Carlos Iglesias posa para la entrevista.Angel Navarrete. Lo normal.. Claro. Yo no soy muy religioso, pero hay mucha gente de izquierdas que sí lo es y le gustaría enterrar a ese familiar en el cementerio de su pueblo. ¿Por qué tiene que estar tirado ese cadáver en una cuneta? Es inhumano negarles eso. A estas alturas de la vida, tendríamos que superar eso con creces. Somos capaces de superar otras cosas, pero ahí estamos, estancados de una forma tonta y absurda con los muertos de la guerra.. ¿Por qué decidiste que el protagonista fuera sacerdote?. Porque lo quería acercar a las dos cosas que yo no soy: religioso y de derechas. No quiero desvelar la trama de la película, que sobre todas las cosas es un thriller, pero me gustaba mucho confrontarlo con el personaje de Silvia Marsó, que representa mi ideología, y hacer que se fueran comprendiendo.. Discuten sobre la bandera española: símbolo de unidad o de enfrentamiento.. Se ha convertido en el símbolo de la derecha, se han adueñado de ella y es preocupante porque yo me siento español y a lo mejor me pondría algo con la bandera un día, pero da corte y me fastidia. Es mi bandera, ¿por qué no la puedo utilizar yo? Me hace daño que la bandera represente sólo a un lado de la historia y de la ideología de este país. Vuelvo a Suiza. Allí no había una casa que, en el jardín, no tuviera una bandera suiza y otra del cantón y conviven de una forma maravillosa. Obviamente, ellos no han tenido una guerra civil, que hace muchísimo daño, pero sinceramente creo que podríamos entendernos mucho mejor los unos a los otros. De todo eso se habla en la película de una forma relajada, sin alzar la voz, considerando la opinión del otro… Por mucho daño que nos cause, yendo de la mano podríamos sacar a la luz la verdad y cerrar heridas que nos impiden avanzar juntos. ¿Tiene remedio esta polarización que vivimos?. Yo creía que lo iba a tener, pero estamos cada vez peor. Ahora es una cosa increíble. Es tristísimo que el 90% del tiempo de un telediario lo ocupen juicios a políticos. Eso es vergonzoso e injustificable sean del partido que sean, pero al margen de eso hay un odio que yo nunca había visto hacía un presidente del Gobierno. Eso no lo entiendo. Hubo unas elecciones, ganaron los que ganaron y han hecho lo que han considerado. Lo normal en una democracia y habrá otras elecciones en las que se podrá volver a elegir. Sinceramente, yo creo que el país no está peor que antes, para nada, pero nos da igual porque sólo escuchamos lo que queremos oír. Leemos la prensa y vemos los programas que certifican nuestro pensamiento y así nunca vamos a valorar los argumentos del otro.. Esto lo hacen ambos bandos.. Sí, sí, absolutamente, y es un error. Es muy malo para España que nos llevemos tan mal. Es un país que necesita la ayuda de todos y las opiniones de todos para crecer, ser más moderno y salir definitivamente de esos años de la dictadura que, por desgracia, fueron muchos y nos marcaron profundamente. Si nos diéramos la mano de vez en cuando, si no nos tratáramos como enemigos por pensar diferente, seríamos un país mucho mejor. Me da envidia cuando veo a los grandes partidos alemanes sentarse y pactar por el bien común. Aquí un gran pacto de Estado entre PSOE y PP para cuestiones fundamentales es un ideal que yo, por la edad que tengo, me moriré sin ver. Es una pena.. ¿Qué queda del cómico puro y duro que empezaste siendo, del Benito de ‘Manos a la obra’ o el Pepelu de ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’?. A todos los cómicos nos atraen el drama y la tragedia porque es la parte que no controlamos tanto y, como artistas, siempre queremos estar donde no hemos estado. A mí me encanta la comedia y creo que la domino. Entonces, para comer, hice personajes como el de Benito e introduje el gotelé en este país. Me fui hasta Alemania y lo traje en burro [risas], pero una vez que ya comes todos los días, que tus hijos van a los colegios que quieres y que la casa no necesita más muebles, decides contar lo que de verdad te apetece porque parece que la vida ya está un poquito resuelta. No reniego ni muchísimo menos de mi faceta cómica, pero no es la que más me representa.. ¿Te ha costado que te tomen en serio?. Mucha gente del gremio me decía que no me tomarían en serio jamás por haber hecho de Pepelu y de Benito, pero no es cierto porque el público sí lo ha hecho. A veces lo que me ha costado es hacerle llegar a la gente que saco película, porque para mí es inviable gastar mucho en promoción y vas tan justito, tan justito, que apenas se te nota la cabeza, pero, en proporción, la respuesta siempre es buena. La gente normalmente está muy cercana al cine que hago y a lo que yo cuento. Creo que es porque, sencillamente, cuento cosas que se entienden. Debo ser poco intelectual, porque a veces me meto en películas con grandes críticas y salgo pensando: «¿Qué cojones he visto?». Eso con las mías no pasa.. ¿No has pasado la fase cultureta?. Claro, de joven, que íbamos a ver a Bergman y salías de ‘Gritos y susurros’ diciendo: «Su puta madre, no he entendido absolutamente nada». Y un amigo te lo explicaba: «Es que no te has fijado en que las paredes estaban rojas». Y volvía a ver la película para ver si las paredes rojas me aclaraban algo y no me aclararon absolutamente nada. Debo ser muy torpe y poco intelectual, porque a mí me gustan las películas cuyo mensaje lo puede entender cualquiera. A lo mejor hago un cine demasiado facilón, pero es el que me gusta y el que creo que gusta a la mayoría.
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