Todas sabíamos que después del Premio Nobel a Han Kang, este año iría para un escritor correcto: cada vez que se tambalean las estructuras del canon occidental, la Academia da un paso atrás, no vaya a ser que el macherío se le termine echando encima Leer
Todas sabíamos que después del Premio Nobel a Han Kang, este año iría para un escritor correcto: cada vez que se tambalean las estructuras del canon occidental, la Academia da un paso atrás, no vaya a ser que el macherío se le termine echando encima Leer
Se veía venir. Desde que el año pasado se liara con el Premio Nobel a la escritora surcoreana Han Kang (autora de la brillante La vegetariana), todas sabíamos que este año el Nobel iría para un escritor correcto. Siempre pasa lo mismo, cada vez que se tambalean las estructuras del canon occidental, la Academia da un paso atrás, no vaya a ser que el macherío se le termine echando encima.. Yo sé que lo intenta. La Academia Sueca es como el meme ese del Sr. Burns con un gorro morado, haciéndose pasar por joven y cool y aliado feminista. Pero mira que lo hace mal. Porque esto no va de aliados feministas, sino de justicia literaria. Y, por supuesto, esta regla tonta de alternar un año sí, un año no, un Nobel a un escritor y a una escritora, no hace justicia. No hace justicia a la realidad paralizante de que la escritura de las mujeres está dominando el panorama cultural y generando todas las revoluciones culturales.. Estamos hablando de narradoras excelentísimas, que han abierto la puerta a imaginarios únicos y revolucionarios, con un dominio y una precisión estilística apabullante. Las escritoras, a día de hoy, son las que están llevando el peso de contar, narrar, reimaginar y reinterpretar las historias contemporáneas y los futuros posibles.. Hubo un tiempo en el que el cambio literario lo marcaron autores como García Márquez, Vargas Llosa, Nabokov, Kafka, etc. Todas lo reconocimos. Todas admiramos sus revoluciones. Todas los hemos leído incluso de rodillas. Pero hoy no es ese tiempo. Seguir mirando hacia otro lado, haciéndose los suecos (perdonad el chiste fácil) y negando la realidad, es violencia. Es violencia sistémica y simbólica lanzada desde los espacios de poder.. La Academia Sueca tiene que empezar a premiar a las escritoras en masa, no para hacer una reparación histórica (como ellos quieren hacernos creer), qué coño, sino para reconocer el panorama cultural de las últimas décadas y los cambios que se han producido gracias a las escrituras valientes y arriesgadas de todas ellas. Sobre todo, tiene que empezar a premiarlas en masa si quiere seguir conservando el poco prestigio que le queda. No queremos reparaciones históricas, queremos realidad. Y la realidad hoy es esta. Si tienen que entregar ocho premios Nobel seguidos a escritoras, que los entreguen. Nadie se los ha merecido tanto.. Lo siento por László Krasznahorkai, pobre hombre, pero un premio para no enfadar a una sociedad machista no es un premio, es una derrota. Y, por supuesto, un robo más. Suma y sigue, qué cansancio.
Cultura // elmundo